Ni el frío ni la niebla evitan que resplandezcan las plantas por su belleza. Estos fenómenos atmosféricos, comunes en el invierno de la meseta castellana, hacen que los jardines se transformen.
El duro clima de los meses más fríos del año, hace que cada planta busque sus recursos para sobrevivir a la dureza de estas inclemencias:
- La mayoría de árboles duermen de forma total temporalmente, este es el caso de las especies de hoja caduca.
- Otras plantas como las coníferas de hojas perennes también descansan pero no totalmente, porque continúan con sus hojas vivas.
- Hay plantas que mueren en invierno, unas dejan raíces o tubérculos bajo tierra y otras dejan semillas. De las semillas, tubérculos o raíces brotarán en primavera o verano las nuevas plantas llenas de vida y vigor.
En todos los casos se cumple el ciclo de la vida natural: nacimiento, desarrollo y muerte, para volver a empezar.
Aunque la triste niebla empañe los días, siempre queda el cambio de ambiente que este fenómeno meteorológico produce, sobre todo cuando viene acompañada de hielo. La intensa humedad de la niebla hace que las superficies queden cubiertas de una capa de escarcha blanca que embellece el paisaje. El mejor momento para apreciar este aspecto es breve pero merece la pena disfrutarlo, se trata de cuando brilla el sol, cuyo calor enseguida derrite la leve capa de hielo que ha mudado de color las superficies sobre las que se ha posado.